viernes, 9 de marzo de 2007

Ainhoa Arteta


A veces me ocurre que vivo una experiencia que, en principio, no me parece nada especial, y sin embargo, se me queda grabada en la retina, en la mente e incluso en el corazón con una fuerza que no esperaba, de modo que, al pasar los días, me doy cuenta realmente de lo que aquella experiencia significó para mí.

El pasado 3 de marzo, la soprano Ainhoa Arteta cantó en el Palau. El concierto fue una delicia, tal como esperábamos: era previsible en una cantante que goza ya de prestigio mundial. Sin embargo, no fue su actuación lo más memorable de la velada: Antes del concierto, la omnipresente Alcaldesa de Valencia le hizo entrega de una medalla en reconocimiento de su calidad artística y su especial relación con nuestra ciudad. Y lo hizo acompañando la entrega de un típico discurso político, frío y previsible. Pero luego llegó el turno de Ainhoa. Entre el público había una niñita rubia, preciosa, de unos cinco años, que la observaba sin pestañear: era su hija Sara. Junto a ella, una señora con una expresión de ternura inolvidable le cogía la mano. Una Ainhoa temblorosa se dirigió al público para dar las gracias, y su voz se quebró en varias ocasiones, especialmente en el momento en que ofreció su galardón a su hija y a su madre, a las que casi pidió perdón por sus largas ausencias. Ya no era la gran diva, acostumbrada al éxito en los mejores escenarios del mundo. Era una madre, y una hija a la vez, que quizás se preguntaba en ese momento si algún día podría perdonarse a sí misma el abandono al que sometía a esos dos seres tan queridos para ella. Y creo que en ese momento en que el público rompió a aplaudir para darle unos segundos para recuperar el aliento y la compostura, Ainhoa Arteta brilló más que nunca. Por un momento vislumbré la fuerza de la firme alianza entre las tres mujeres, y me pareció un trío invencible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, querida, una vez más me dejas sin palabras, pero aún me han quedado algunas de emergencia que, por supuesto, son para ti.

Enhorabuena por tu iniciativa, por tu buen gusto, por la generosidad que demuestras al permitirnos entrar en "tu mundo", y también por la elección del nombre de tu blog: Mermaid Lullaby... No sabes lo que se agradece tu sensibilidad en estos tiempos de "guerra".
Un beso y adelante.

Anne "the brown"