miércoles, 7 de noviembre de 2007

El increíble Paul Potts

Había una vez un vendedor de teléfonos móviles inglés de aspecto desagradable a la vista pero amable al corazón. Era uno de esos hombres feos. Sí, de esos que son los últimos elegidos en el recreo del colegio por los orgullosos capitanes, maestros en dar puntapiés a la pelota, cuando forman sus equipos para derrotar al rival sin piedad. De esos excluidos por su forma poco atlética y su dentadura desigual. Obeso, con los Pirineos por dientes y sin saber pronunciar las eses correctamente. Un hombre por el que uno siente verdadera lástima cuando ve su mirada triste pero descubre que su rostro transluce bondad. ¿Por qué alguien con una mirada tan sincera, humilde y bondadosa tiene que tener un aspecto tan desagradable que le cierre tantas puertas? Paul Potts era desagradable según los cánones del mundo de hoy pero un hombre bueno.
Paul tenía una ilusión que en su caso no podía ser más ilusa. Él quería cantar. Pero no música Pop o Rock, no… él quería ser cantante de Ópera. Su empeño le llevó a dar algunas clases pero viendo que no se le presentaba ninguna oportunidad, y viendo su sueño tan lejano, dejó de lado la música para buscar un trabajo, como él decía, “de verdad”. Algo con lo que poder mantenerse y vivir, aunque sea frustrante. Y comenzó su andadura como vendedor de teléfonos móviles. Aquello para lo que había nacido era inalcanzable. Aquello por lo que le ilusionaba vivir era imposible. No quedaba más remedio que dejarlo de lado para siempre. Sólo podía ser un ignorado vendedor de móviles.
Después de una dura jornada de trabajo (aquél hombre le había llamado de todo porque se le había estropeado su teléfono), Paul cayó desplomado en el sillón de su casa agotado y, tomando el mando de la televisión, zapeó buscando algo entretenido con lo que despejar la mente de preocupaciones. Al llegar al canal 6 vio cómo una chica despampanante (sin duda, la presentadora del espacio), anunciaba el próximo comienzo de la nueva edición del Operación Triunfo inglés. Mientras las imágenes de guapos y guapas aspirantes al premio de años anteriores pasaban a gran velocidad cantando temas de gran actualidad, la presentadora animaba a los televidentes a presentarse al cásting para concursar que, casualmente, tenía lugar al día siguiente en su ciudad.
Paul pensó que podría probar pero pronto desechó esa ridícula idea. “Un gordo, feo que canta Ópera no interesa a nadie. ¿Quién querría ver a alguien como yo cantando música olvidada?”. Apagó la televisión y se fue a dormir.
Al levantarse la mañana siguiente se encontraba de buen humor. No sabía por qué pero algo le animaba el día y se sintió más dispuesto a ser feliz, a hacer lo que le gusta, a sentirse realizado con su trabajo. Pensó “¿por qué no? No tengo nada que perder y, por lo menos, compruebo si aún están en forma mis cuerdas vocales”. Pidió el día libre y se acercó al lugar del cásting.
Paul se sintió fuera de lugar cuando acudió al auditorio. Personas mucho más jóvenes que él, con una presencia física atractiva en todos ellos y con un aspecto sin duda mucho más cool que él aguardaban en la fila nerviosos porque llegaran sus turnos. Paul estaba más nervioso aún que ellos pues nunca le había gustado que se fijaran en él porque siempre se sentía juzgado por su aspecto. Y en ese lugar todos los ojos atónitos y burlescos se clavaban en él.
Mientras aguardaba su turno se mordía las uñas y trataba de convencerse a sí mismo de que, al fin y al cabo, iba a hacer algo que le gustaba y, por tanto, no tenía que tener miedo pero… cada vez que pensaba en ello añadía “ya, ¡pero nunca lo he hecho con público escrutando cada movimiento que haga!” y volvía a temblar.
Por fin llegó su momento y subió al escenario. Frente a él, tres jueces y detras de éstos, cientos de personas en la sala de butacas mirándole fijamente con ojos burlones. De fondo se oía algún comentario como “¿qué hace este tío aquí? ¿Se ha pensado que esto es la sección de bollería del supermercado?” a lo que otro respondía: “yo creo que buscaba a su dentista pero es tan tonto que se ha perdido” y risas a continuación. Paul no se sentía cómodo.
Entonces, la Venus del jurado, espectacular en su belleza le dice: “tú eres Paul, ¿verdad” a lo que él responde con un simple “sí”. Continúa ella: “y, ¿a qué has venido, Paul?”. Y él, con toda franqueza y humildad, con una semisonrisa nerviosa que trata de ocultar sus feos dientes sin conseguirlo, responde: “a cantar Ópera”.
La reacción del jurado es previsible. Han pasado por delante de sus ojos multitud de personajes extraños con ideas de lo más peregrinas y sus gestos no disimulados de desesperación muestran que están cansados de ellos para que venga un gordo, feo a cantar Ópera porque se ha cansado de comer ganchitos viendo la tele y no tiene nada mejor que hacer. Su desprecio se entremezcla con su escepticismo mientras las risas del público se hacen notar. No les queda más remedio que escucharle porque para eso les pagan que si no… El resultado puede verse en el vídeo a continuación.

www.youtube.com/watch?v=1k08yxu57NA

Sobras las palabras. El gordo, feo pero bonachón Potts cautiva a todo su ojiplático público. No hay nada más que decir. La jurada guapetona y los sex symbols de la mesa se rinden ante lo que es talento del bueno. Se emocionan, una lágrima cae. Las bocas abiertas y los aplausos emocionados y enfervorecidos inundan el auditorio mientras un abrumado Paul está a punto de llorar de la emoción. Nadie esperaba que este vendedor de móviles pudiera, como dice la jurada, “poner la piel de gallina” con su actuación. Pero lo hizo. Paul pasa la ronda por la puerta grande y es elegido para participar en el programa.
Lo demás ya es historia. No le bastó participar sino que lo ganó, obteniendo un premio en metálico nunca visto en un concurso de televisión de este tipo. Su disco es el cuarto más vendido en Amazon.com y su fama ha dado la vuelta al mundo entero. Pero él no ha cambiado. Sigue siendo el mismo bonachón feucho que despierta simpatías con su mirada de cordero degollado.
Este gordo y feo pero humilde y bondadoso cantante es, según muchos expertos, mejor que Pavarotti. Y nos ha dado una lección a todos. Qué rápido juzgamos y qué ocupado está el mundo de hoy en despreciar a otros por su aspecto. Paul tenía un sueño, una ilusión. Luchó por alcanzarlo contra lo establecido por el sistema y lo ha conseguido. Él sí que es un héroe.
Bien por el Increíble Paul Potts.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno bueno primica interesantííí´simo documento el de paul potts,, hacía tiempo q no escuchaba ópera tan buena , lo mejor a sido el vídeo de la final q he encontrado en you tube al clickar la final y cantando paul hoy at rockefeller centre,, maravilloso,, me lo voy a guardar en mis favoritos para ponermelo de música de fondo cuando estoy trabajando,,gracias primica por tus grandes sapiencias,,besos.anyway,,sigues sin contarme quien escribió el comentario del perfume,,espero tus noticias...

Anónimo dijo...

Realmente emocionante. Estoy seguro que a este hombre le augura un gran futuro. Hace unos años casi no le hubiera prestado atención. No me interesaba la Opera, ni la música clásica... no sabía lo que me estaba perdiendo, pero ahora estoy seguro que si tenemos ocasión veremos pronto al amigo Paul Potts actuar en directo. Dicen que es el nuevo Pavarotti. Pues, a rey muerto, rey puesto!! Hala!!
Ah, y no me importa decir que me gusta IL Divo.

thot dijo...

Maravilloso.

Gracias