sábado, 28 de marzo de 2009

Eudaimonia... Felicidad.

"El geógrafo", 1668
Johannes Vermeer

"Llevamos buscando tanto tiempo la felicidad, que a veces llegamos a dudar de su existencia o del interés que supone perseguirla. Entonces, retomamos el curso de la vida cotidiana, ni totalmente infeliz ni completamente dichoso. Hasta que, de nuevo, se nos impone la intuición de su existencia, como una cuestión que debe resolverse, un imperioso misterio que debe dilucidarse.
El geógrafo del cuadro de Vermeer pretende resolver un enigma de otra naturaleza. ¿El del paraíso tal vez? Hasta el siglo XVII, la creencia en su posible localización terrestre seguía obsesionando a muchos, y muchos especulaban sobre su lugar más plausible: Oriente, América del Sur… A pesar de los siglos que nos separan, la búsqueda del geógrafo se asemeja mucho a la nuestra. Desde el espacio cerrado de su habitación de trabajo, aspira a organizar el mapa del mundo. De igual modo procedemos nosotros, cuando reflexionamos sobre la felicidad, a partir de nuestras experiencias íntimas.
Los artistas también se han referido a la felicidad y a su sombra inseparable, la desdicha: poetas, escritores, músicos han sabido crear obras capaces de arrancarnos lágrimas o hacernos sentir, de repente, ligeros, confiados y felices.
Los pintores, de un modo todavía más sutil, se han mostrado capaces de perturbarnos, de modificar nuestra manera habitual y rutinaria de ver la realidad y de captar los momentos de felicidad, los sentimientos de tristeza. Para resolver el misterio de la felicidad, la pintura puede servirnos de guía, un guía enigmático en sí mismo, que sólo nos hablará con imágenes y metáforas, más allá de las palabras y el razonamiento.


Nuestro geógrafo también corre tras un enigma. Hace mucho tiempo que reflexiona, calcula, encuentra, cambia de opinión, advierte que ha seguido un camino equivocado… Y entonces es cuando levanta la cabeza de nuevo y se gira hacia la luz, permitiendo que su mirada se evada más allá de la ventana, situada a la izquierda, como ocurre en todos los cuadros de Vermeer. Ya ha reflexionado bastante. Alberga el presentimiento de que ya no le bastan para su búsqueda la ciencia, el trabajo y la inteligencia. Comprende que ahora debe permitir que le sobrevenga algo que pertenece al plano de la intuición o de la emoción. Adivina que la solución a esa cuestión que le atormenta no se encuentra en el exterior de sí mismo, en los mapas, en los globos, en la punta del compás, sino en su interior. En ese momento de la Historia, en que poco a poco los hombres dejan de creer que el Paraíso se encuentra en la Tierra o en el cielo, el geógrafo de Vermeer siente vagamente que ese Paraíso cuyo camino está buscando no se encuentra más que en sí mismo…"

“No reír, no llorar, no odiar, sino comprender.”
Spinoza


Fragmento de "El Arte de la Felicidad". Christophe André. Ed. Paidós.

3 comentarios:

Julissa dijo...

Pienso que a veces buscamos tanto, recorremos mucho, para buscar nuestro paraíso.
Y hasta que no nos demos cuenta que ella está en nosotros, no pararemos, andaremos sin descansar y habremos pérdido mucho tiempo...

"No reír, no llorar, no odiar, sino comprender.”

Muy cierta está frase, hasta que no comprendamos, hagamos lo que hagamos seguiremos estando en la nada y pérdidos en la deriva, en altamar, la brújula no servirá, ni los mapas...

La comparación que se hace a través del texto es preciosa.

Sirena, la música me hace soñar.

Mermaid Lullaby dijo...

Puedes pasarte la vida buscando, pretendiendo encontrar en otras personas, en otras ciudades, en otros países, en otros planetas, la vida y la felicidad que deseas, y buscar eternamente... hasta que te das cuenta de que, vayas donde vayas, lo único que importa es estar en paz contigo mismo. Cuando es así, cualquier sitio es bueno.

Lo malo, como tú bien dices, es que nadie nos puede regalar la brújula que nos lleve al interior de nosotros mismos. Es un trabajo de toda una vida que nadie puede hacer por nosotros.

Lo que para mí está muy claro es que esa brújula se debe guiar mucho más por las emociones y la intuición que por la inteligencia.

Me encanta esa mirada al infinito, hacia la luz, del Geógrafo de Vermeer, porque me reconozco en ella. Soy especialista en evasiones mentales...

Elio Milay dijo...

Yo no me complico. Para mí la felicidad es contemplar la luz en un óleo de Vermeer. Lo miro y ya soy feliz. Como por ejemplo ahora.

Un beso.