viernes, 25 de diciembre de 2009

Solsticio de invierno.





Acabamos de celebrar el solsticio de invierno; empieza el sol nuevo. La lenta muerte de la naturaleza, que empezó en otoño, ha sido completada. Este momento es un renacimiento que llegará a su culminación en primavera. A partir de ahora, cada vez los días serán más largos.

Es el momento de la alegría en familia, de los regalos. Los signos de este antiguo culto – la iluminación, el fuego, las comidas familiares, el árbol en sus múltiples formas, sea de procedencia escandinava o local, vienen de antiguo. Rastros de las tradiciones romanas, pre-indoeuropeas e incluso del antiguo Egipto, entre otras muchas, se pueden encontrar en cada rito, en cada festejo y hasta en el pesebre. El sol como fuente de vida, la abundancia no como exceso sino como el deseo de vivir bien , la alegría del encuentro familiar y la humildad frente a la climatología adversa, la esperanza de una nueva primavera... visto así, llevamos celebrando la Navidad mucho más de 2.000 años. Celebramos un vínculo con el ciclo de la Naturaleza, un ritual que se pierde en lo más remoto de los tiempos.

Y luego están nuestras pequeñas tradiciones, esas que son propias de cada familia, de cada hogar, y sin las cuales, nuestra Navidad dejaría de ser la misma. Es el caso de algunas películas, o algunos cortos como éste de Walt Disney. Sólo tengo que escuchar las primeras notas o ver las primeras imágenes para volver a ser niña.
Con él quiero desear a todo aquel que visite este espacio un buen fin de este año, que ya se va, y un luminoso 2010 lleno de salud, amistad, solidaridad, belleza, y nuevas ilusiones.

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