viernes, 29 de octubre de 2010

Cosas bonitas.



Esta niña podría ser Marina, que siempre anda recogiendo cosas bonitas por todas partes. Y siempre las va guardando en cajitas, y poniéndoles lazos, y haciendo dibujitos para adornarlas. Marina siempre ve las maravillas que tiene alredededor. Cuando le gustan mucho, llega a enternecerse tanto, que se le llenan los ojos de lágrimas. Luego le da un poco de vergüenza, e intenta justificarse. Y entonces dice que hace tanto aire que le lloran los ojos, o inventa cualquier otra excusa. Pero si en ese momento la abrazas, esconde bien la cara y llora a gusto un ratito.
Puede ser un gatito que ella cree perdido, o una paloma que cruza la calle entre los coches, o una flor que ha crecido milagrosamente entre el esfalto. O una abuelita que arrastra un pesado carro de la compra. Cualquier imagen puede de pronto despertar su ternura. De la misma forma que ella despierta la mía.

Esta mañana de Halloween ha querido salir de casa -a las ocho de la mañana- disfrazada de bruja. Iba dando saltitos y cantando, mientras brillaba bajo su sombrero y su vestido calabaza y negro. Y yo la miraba, feliz e ilusionada, agradecida porque el día acababa de empezar, y le quedaban muchas horas por delante. Algunos seres -mucho más grises- la observaban de camino al trabajo (si es que acaso tenían esa suerte). Y me he sentido afortunada de contar con esta intensa luz a mi lado. Una luz que me salva de la mediocridad, que no me deja ser gris. Sólo porque ella existe. No soy yo quien le da la mano para cruzar. Es ella, en realidad, la que me guía.

Luego he visto este video. Y primero he pensado que ella podría ser Marina. Y quizás también yo misma, que ando siempre buscando tesoros escondidos, intentando rescatarlos y sacarlos a flote cuando están hundidos, u ocultos entre la frecuente y agobiante oscuridad de la vida diaria. Y luego he pensado que quizás sea ésa mi herencia. La única y verdadera riqueza que puedo dejar a mis hijos. Dejar en el mundo seres que sepan guiar, que iluminen. Con lo necesitado que está el mundo de unos buenos guías!

Pero mi suerte no acaba con la de ser madre. Tengo, como en el video, otro "niño grande" que me trae regalos y los esparce a mi alrededor, para que estén ahí cuando yo despierte.

Diréis que hoy estoy muy sensible. Es posible. Pero es que soy afortunada de verdad. Y hay días en los que se hace tan evidente...
Qué suerte la mía.


Marina observa las gaviotas sobrevolando el Hemisfèric
(Ciudad de las Artes y las Ciencias) de Valencia, el domingo pasado.



6 comentarios:

Hotel Existencia dijo...

Disfruta de esa "luz". Yo también tengo mi "pequeña,gran luz" y a veces siento una profunda pena cuando me doy cuenta de que no siempre he podido estar para animar su llama. Pero hay una "conexión" (te acuerdas de tus conexiones perdidas) que nunca se pierde, que te une, incluso más allá de la mera existencia. Con el tiempo he aprendido que aunque no siempre se puede estar materialmente, de algún modo, siempre se está.

Anónimo dijo...

¡Qué ternura!
Tus palabras reflejan la fragilidad de la vida y la belleza, pero también tienen la fuerza que habita en el corazón de una madre para proteger sus “tesoros”
Inevitablemente recordé a mi propia hija a esa edad. Al terminar el día, a la hora de dormir, ella guardaba todos sus tesoros debajo del cobertor: ¿para seguir jugando en sus sueños? ¿Para asegurar sus posesiones?
Yo también quiero recuperar el poder sanador de un abrazo y atrapar la luz de una sonrisa; especialmente aquellas que viven en la memoria afectiva de mi infancia

Unknown dijo...

Que suerte tienes! Ojalá puedas disfrutar de cosas así siempre!
Un abrazo muy fuerte

cronopia dijo...

Hola querida:
Hoy vengo aquí a cobijarme bajo la sombra de tu gran árbol de paz.

Han sido días muy intensos para mí, de auténtico onanismo emocional, diría yo, por lo que me he quedado en mis mares y no he visitado a nadie. Por fin llegó la calma y aquí vengo a descansar y a disfrutar de tus tesoros y escuchar las verdades del corazón.
Hoy, como siempre que vengo, me has vuelto a iluminar.
Un beso

Mermaid Lullaby dijo...

Inma: Yo incluso diría que a veces, la presencia "no material" llega a ser más real que la física. Disfruta tú también de esa luz, ya sea en la cercanía o en la distancia...

CClaridad: Nadie entiende mejor a una madre que otra madre. Has captado muy bien lo que yo quería expresar: a partes iguales amamos y tememos a la vida porque nuestros hijos forman parte de ella.
Y creo que esa descripción de Marina te ha recordado también a la niña que llevas dentro. No deberíamos perder nunca esa parte infantil. Creo que suele ser la mejor que tenemos.

Sara: Desconozco tu situación familiar, pero te deseo que -hoy o en el futuro- tú puedas disfrutar también de esa luz.

Mónica: ¡Pero qué te habrá pasado estos días! En cualquier caso, disfruta ahora de esa paz que por fin has conseguido. Qué bien sabe la calma después de la tormenta!! A que sí?? Y qué bien me siento yo también si puedo colaborar un poquito para que así sea. Besos, serea.

ॐ Palabras Andantes dijo...

acabo de llegar y me encuentro con este post tan bonito, sí, no tengo duda que Marina sea una niña sensible y dulce a la vez, ella es muy feliz de tener unos padres que le acompañan con sus emociones, que es algo tan importante. Hay tantos niños en el mundo que los padres a pesar que están con ellos sólo les llenan de cosas materiales y no les dan lo que realmente es valioso en la vida, por eso Marina tiene esa gran suerte y por eso es como es, espero que ambas sigan llenándose de luz todos los días de esta vida.
besos para las dos!!!!