Es la definición que dio del haiku el propio Basho, que es considerado padre de este género poético japonés. En realidad es un poemita muy breve, de tres versos. Pero lo que caracteriza al haiku y lo diferencia de otras formas poéticas es su contenido. Un haiku es la fotografía de un instante; una descripción brevísima de una escena, vista o imaginada. Los haikus son un reflejo de la filosofía Zen, en la que cada ser tiene su propia alma, y se insiste en la importancia de la atención en cada instante de la vida para captar su verdadera esencia.
En la mayoría de los poemas se hace alguna referencia a alguna de las estaciones del año. La primavera se identifica con la floración de ciruelos, cerezos, sauces, el canto de las aves, las flores de la primavera, etc. El verano traía consigo el canto de los insectos, las lluvias, las tormentas, la siembra. Propio del otoño eran los patos, las garzas, las largas noches o la cosecha del arroz. Finalmente el invierno venía acompañado de la nieve, la niebla, el viento y los campos vacíos.
Todos lo hemos experimentado en algún momento. Recuerda esos momentos en los que parece que la vida se detenga. Oyes tu propia respiración y casi escuchas los latidos de tu corazón. En ese momento lo percibes todo, parece que tus sentidos se agudizan, todo parece nuevo, recién estrenado. Y te maravillas al ver la cantidad y variedad de olores, colores, sabores, sensaciones que tienes a tu alcance.
Estos son algunos de mis haikus favoritos:
El dulce aroma,
Un viejo estanque.
Primer amor.
En ruiseñor sueña
Por esta senda
Blanco rocío.
Los días lentos
No es que atardezca,
Luna de agosto.
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