Cuando Elías tenía sólo tres años, una de sus profesoras me llamó un día para comunicarme que, tras haber estado buscando a mi "angelito" por todos los rincones del parvulario, lo habían encontrado por fin subido a una palmera que tenían en el patio de recreo. Aquella profesora, que ya respiraba aliviada después de un rato de enorme tensión, apenas podía creer que un niño de su edad hubiera sido capaz de tal hazaña. A mí no me extrañó nada. A Elías siempre se le han dado muy bien ese tipo de cosas.
Y, en cierto modo, tengo que reconocer que, además de las innegables dotes innatas de mi hijo para las actividades físicas arriesgadas, quizás yo contribuí también a hacerle disfrutar con ellas, porque cuando sólo contaba con 15 días, le llevé por primera vez a nadar, a una piscina en la que iniciaban a los "bebés-anfibio", tal como ellos los llamaban, a la práctica de la natación. Por supuesto, Elías destacó rápidamente, hasta el punto de que su profesor de natación (un ruso que se había especializado como profesor de natación para bebés en las frías aguas del Báltico), me rogó que le permitiera filmar un vídeo en el que Elías haría una demostración de lo que debía ser un perfecto bebé-anfibio. Yo, por supuesto, consentí orgullosa y, a partir de entonces, a las madres que pedían información sobre el curso, les pasaban el vídeo de Elías demostrando sus dotes en el agua. Viéndolo deslizarse como pez en el agua (y nunca mejor dicho), aquello parecía de lo más sencillo...
A pesar de esa manía que tenemos todas las madres de ponernos en lo peor, y con frecuencia de sobreproteger a nuestros hijos, cuando observo en la cara de Elías la emoción y ese claro desbordamiento de adrenalina, reconozco que disfruto con él.
El caso es que, como lo de subirse a las palmeras ya no le supone ningún reto, este verano ha decidido hacer un curso de kite surf, que ya le plantea un desafío digno de ser aceptado a sus 17 años.
Contando con la inestimable ayuda de mi amigo Kike, con quien he compartido tantos días de fiesta y vacaciones desde que éramos niños, y que actualmente se dedica a la enseñanza de este novedoso deporte, esta misma mañana, Elías ha partido hacia las playas de Oliva, impaciente y expectante, y dispuesto (literalmente) a "darlo todo en el agua."
Y yo, como sufrida madre que soy, le llamaré de vez en cuando, midiendo mucho mis llamadas para no resultar cargante y no dar la imagen de "típicamadrazasobreprotectora", y elevando mis plegarias al cielo para que el sábado, que iremos a recogerle, mi hijo esté enterito, morenazo y estudiando ya el panorama en busca del próximo reto que le ayude a descargar adrenalina. Resignación. Para eso también soy madre.
La española Gisela Pulido ha conseguido, con tal sólo 12 años, ser por tercera vez campeona del mundo de la modalidad en el Kiteboard Pro World Tour femenino.
1 comentario:
pero primica estás loca, como se te ocurre mandar al chiquillo con ´´el´´ KIKE, te lo va a pervertir,
bueno bueno, era una bromita ,, se lo va a pasar bomba ,, la verdad es q de chiquillo ya tiene poco, el niño elías ya lo hemos perdido ,, YA es un CACHO CAÑÓN de hombre,está bueníííísimo,besitos para todos.
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