domingo, 28 de diciembre de 2008

Oda a la manzana. Pablo Neruda.


A ti, manzana,
quiero celebrarte
llenándome con tu nombre la boca,
comiéndote.

Siempre eres nueva como nada
o nadie,
siempre recién caída
del Paraíso: plena
y pura mejilla arrebolada
de la aurora!

Qué difíciles son
comparados contigo
los frutos de la tierra,
las celulares uvas,
los mangos tenebrosos,
las huesudas ciruelas,
los higos submarinos.

Tú eres pomada pura,
pan fragante,
queso de la vegetación.

Cuando mordemos
tu redonda inocencia
volvemos por un instante
a ser también
recién creadas criaturas:
aún tenemos algo de manzana.

Yo quiero una abundancia total,
la multiplicación de tu familia,
quiero una ciudad,
una república, un río Mississipi
de manzanas,
y en sus orillas quiero ver
a toda la población del mundo unida,
reunida,
en el acto más simple de la tierra:
mordiendo una manzana.

2 comentarios:

Elio Milay dijo...

Pablo Neruda, tan admirado por su obra literaria, tuvo una hija, Malva Marina, fallecida a los nueve años de edad en 1943 por hidrocefalia y cuya tumba se encuentra en el cementerio de la ciudad holandesa de Gouda.

Nacida en Madrid en 1934, Malva Marina fue fruto del matrimonio entre Pablo Neruda y la holandesa María Antonieta Hagenaar, de la que Neruda se separó en 1936.

La niña Malva Marina nació con una enfermedad congénita e incurable (hidrocefalia), que le impidió desarrollarse normalmente.

La madre de la niña, María Antonieta, al estallar la guerra civil española en 1936 y ser abandonadas por Neruda, regresó a Holanda con su hija.

En Holanda, María Antonieta no tenía parientes directos, pues en realidad era de origen javanés. Envió varias cartas a Neruda pidiéndole recursos para la manutención de la niña. Se sabe que vivió en precarias condiciones económicas y tenía muchas dificultades para cobrar una pensión de cien dólares que Neruda le mandaba. En una carta que María Antonieta (a la que Neruda llamaba Maruca) envió a Neruda le decía:“Es realmente imperdonable tu negligencia hacia nosotras, especialmente hacia tu bebé. Hoy 18 del mes no he recibido tu dinero. El 1 de este mes tuve que pagar los gastos de alojamiento de Malva Marina por el mes de octubre. Con mi salario sólo pude pagar una parte de ello. Qué vergüenza realmente. Ellos son tan buenas personas... Nunca encontraré gente tan buena otra vez. Malva es muy apegada a ellos... Ella ha progresado mucho mentalmente. Ahora ni siquiera puedo ir a verla porque no tengo un centavo. Mi último dinero será gastado en enviar esta carta”.

Finalmente María Antonieta entregó a la niña en adopción a una familia (el matrimonio Julsing).

Durante todo el tiempo en que la niña estuvo en casa de los Julsing, Neruda no fue a verla.

Cuando finalmente la hija de Neruda murió, éste era cónsul en México.

La madre de la niña le envió un telegrama:“Para cónsul Neftalí Reyes [éste era el verdadero nombre de Pablo Neruda].- Se ha recibido de Berna el siguiente telegrama: ‘Señora Neruda avisa desde Holanda que su hijita falleció 2 de marzo sin sufrimientos. Desea reunirse con su marido a la brevedad posible’. Ruego a US. comunicar resolución interesado para trasmitirle a su esposa y hacer los trámites necesarios”.

Neruda no contestó el telegrama ni viajó a Holanda. Tampoco volvió a hablar de su hija y, como si buscara borrar sus huellas, la omitió de su libro de memorias “Confieso que he vivido”.

Lo que queda claro es la absoluta indiferencia de Pablo Neruda por su hija Malva Marina, nacida enferma de hidrocefalia.

Y ello aun cuando Neruda haya tenido grandes sentimientos humanos que vertió en su poesía o en su conducta como ciudadano e intelectual.

Al parecer, Neruda fue un gran hombre para todos, menos para su hija.


http://isidrosaiz.blogspot.com

Mermaid Lullaby dijo...

Muy triste. Sin embargo, no es el primer caso que conozco en el que un gran artista, modelo de sensibilidad y capaz de transmitirla como pocos sobre el escenario (en este caso se trata de un músico), abandona a su hijo. Y encima, en este caso, se trata de un chaval sano, inteligente, y hasta guapo. Te aseguro que sé de lo que hablo...
Por muchas vidas que viva, nunca llegaré a comprenderlo.