lunes, 13 de abril de 2009

Instantes de gracia.

"Rama de almendro en flor."
(1890) Vincent Van Gogh.


"La felicidad absoluta surge en infinidad de instantes de gracia. Detenerse, callarse, mirar, escuchar, respirar, admirar."

Christophe André


Cuando Van Gogh pinta esta obra, desde el sanatorio de Saint-Rémy-de-Provence donde se ha refugiado, se siente mal. Su vida transcurre al ritmo de los accesos de locura que le dejan agotado.

Durante el mes de enero, en París, nace otro Vincent, el hijo de su hermano mayor, Theo, del cual será padrino. Este cuadro lo pinta para ese niño, para ese ser cuya vida apenas estaba empezando, como las flores del almendro que brotan hacia el cielo cuando el invierno se aleja. Van Gogh escribe a su hermano Theo en una carta: “El trabajo resultó bien; el último cuadro fueron ramas en flor. Ya verás, de mis trabajos es quizás el que he pintado con más paciencia y mejor, con mucha calma y pinceladas más seguras.”

Cuando va a llevarle el regalo, llora sobre la cuna del recién nacido. Este lienzo y la oda a la naturaleza que expresa muestran toda la admiración de Van Gogh por la generosidad infinita de la creación: “La emoción que me embarga al contemplar la naturaleza crece en mi interior hasta el síncope, y después se suceden quince días en los que soy incapaz de trabajar.”

Van Gogh pinta este cuadro dejando a un lado los sufrimientos que experimentaba en aquella época y mirando al cielo, sin ver nada más a su alrededor. No hay paisaje, ni ningún tipo de información anexa; ni siquiera el tronco del árbol, para concentrarse en la unión de esos extremos: las flores y el cielo, el azul y el blanco, lo perecedero y lo eterno, lo terrenal y lo celestial…




Cuando observamos la naturaleza, cuando contemplamos un cerezo en flor, cuando nos absorbe el movimiento de las nubes o de las olas, cuando contemplamos un manto de nieve recién caída, tan pura, tan limpia, es como si resonara en nuestro interior un familiar eco lejano. Y nos acercamos a nuestra identidad más elemental: la de los seres vivos. Así, se despierta un profundo sentimiento de pertenencia a un orden que nos engloba y nos supera.

“La naturaleza procura una armonía por conexión y por pertenencia: simplemente sentirse vivo entre todas las formas de la vida y comprender que es una suerte. Disfrutar de la felicidad elemental de existir…” (V.Van Gogh)





2 comentarios:

Lili.- dijo...

Qué buen post Sirena... El arte de Van Gogh en la pupila con-mueve desde la imagen y desde la palabra escrita.
El arte que nos remite a nuestra esencia viva... Excelente!.
Te dejo un gran beso bahiense.-

Mermaid Lullaby dijo...

Es cierto: Van Gogh tiene el don de conmover. Ese grado de sensibilidad es, por desgracia, muy escaso, verdad?
Gracias por tus visitas, Lili. Me gustan mucho tus comentarios.