domingo, 13 de diciembre de 2009

Para Oddie y Yahaira.


“Us two in the room; my dog and me.... Outside a fearful storm is howling. The dog sits in front of me, and looks me straight in the face. And I, too, look into his face. He wants, it seems, to tell me something. He is dumb, he is without words, he does not understand himself - but I understand him. I understand that at this instant there is living in him and in me the same feeling, that there is no difference between us. We are the same; in each of us there burns and shines the same trembling spark. Death sweeps down, with a wave of its chill broad wing.... And the end! Who then can discern what was the spark that glowed in each of us? No! We are not beast and man that glance at one another.... They are the eyes of equals, those eyes riveted on one another. And in each of these, in the beast and in the man, the same life huddles up in fear close to the other.”

Iván Turgénev, 1878.

“Nosotros dos en la habitación; mi perro y yo... Allá afuera aúlla una terrible tormenta. Mi perro está sentado frente a mí, y me mira directamente a los ojos. Yo también le miro a la cara. Parece que quiere decirme algo. Es mudo, no tiene palabras, no se comprende a sí mismo - pero yo sí le comprendo. Sé que en ese momento hay vida en él, y el mismo sentimiento dentro de mí mismo, que no hay diferencia entre nosotros. En ambos arde y brilla la misma chispa temblorosa. La muerte arrastra con sus amplias alas heladas... ¡y llega el fin! ¿Quién, entonces, podrá discernir a quién pertenecía aquella chispa que brillaba en los dos? ¡No! No somos bestia y hombre que se observan mutuamente... Son las miradas de dos iguales, esos ojos que se clavan los unos en los otros. Y en ambos, en el hombre y en la bestia, la vida se acurruca asustada, una junto a la otra.”


El gran regalo de la compañía, la amistad inquebrantable y la complicidad entre un perro y su amo es un gran privilegio que sólo pueden disfrutar aquellos que son capaces de amar sin establecer fronteras.
La vida es valiosa en todos los seres por igual. Y si hay algo por lo que merezca la pena vivir, es por conocer el amor auténtico y la entrega incondicional. Cuando lo conoces, la vida se muestra ante ti como un maravilloso regalo. Y todo adquiere sentido. Hasta la muerte.


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