jueves, 10 de junio de 2010

Donde el cielo es sólo un recuerdo.


Yo amo el mar con una profundidad abismal. De un modo que sólo las criaturas que habitan mi mundo entenderían.
Pero también hay humanos que lo aman. Cuando sus preocupaciones terrenales les abruman, y su vida comienza a parecerles demasiado árida, demasiado insulsa, seca y aburrida, se acercan a mi hogar. Algunos permanecen muy cautos, en la orilla. Su mirada se pierde entonces en la inmensidad de los azules, de los verdes, de las espumas blancas. Envidian a mis compañeras aladas, las gaviotas, que les sobrevuelan blancas, blanquísimas. Llenan sus pulmones de aire marino y al final siempre vuelven resignados a sus casas, desde las que sueñan día y noche con mi magnífico hogar. Sueñan que nadan libres, rodeados del más limpio y absoluto silencio.

Y hay otros humanos que aman el mar casi tanto como yo misma. Son los valientes, los que van más allá de sus limitaciones humanas e intentan emularme a mí y a mis congéneres, los peces.


Recuerdo que un día, un humano especialmente osado, con unos ojos especialmente cálidos, penetró en mi hogar transgrediendo los límites humanos. De él emanaba una luz extraña, que no me dejaba alejarme.
Yo le seguía absorta, en silencio. Le observaba y sentía lástima por él, cuando debido a las limitaciones propias de su especie, se veía obligado a ascender una y otra vez hasta la superficie, a cargar sus pulmones de oxígeno.

Y fue justamente en uno de esos viajes. Yo flotaba distraída, observando sus grandes manos, cuando de pronto se dio la vuelta y me sorprendió mirándole. Sus ojos se encontraron con los míos durante unos instantes. Y sonrieron. Aquel encuentro fugaz
fue suficiente. La conexión entre nuestros mundos quedó establecida para siempre.
A partir de entonces, el humano siguió bajando, cada vez más, y más... Penetraba en mi mundo hasta una profundidad que yo nunca había imaginado.

Yo anhelo su presencia en mi mundo, y a la vez le temo. Y me escondo. Pero él sabe que estoy aquí, que observo cada uno de sus movimientos, que sufro cuando sé que el aire de sus pulmones se acaba...
Cada día es capaz de permanecer más tiempo junto a mí. Sé que me siente, aunque no me vea. Yo siempre estoy a su lado.
Y seguirá bajando, y bajando, cada día más. Hasta que descubra mi escondite. Y cuando lo haga, yo ya no tendré fuerzas para seguir ocultándome. Iré nadando hasta él, le daré la mano, y por fin nadaremos juntos. Cuando necesite oxígeno le arrastraré con toda la fuerza que mi poderosa cola me permita hasta la superficie. Ya nunca tendremos miedo. Dos mundos unidos por fin. Para siempre.


Mermaid.





"¿Sabes lo que tienes que hacer para encontrarte con una sirena? Bajas al fondo del mar, donde el agua ya ni siquiera es azul, y el cielo es sólo un recuerdo. Flotas en el silencio, y te quedas allí. Y decides que morirás por ellas. Sólo entonces empiezan a salir. Vienen y te saludan, y miden el amor que sientes por ellas. Si es sincero, si es puro, se quedarán contigo y te llevarán con ellas para siempre."

(De "El Gran Azul")


9 comentarios:

Graciela Bello dijo...

Me gusta lo que has escrito, es valiente y sincero. Tu metáfora del fondo del mar, que implica ahondar en nosotros mismos.
Es muy bella la idea de la libertad absoluta, de la conexión sincera y definitiva entre los seres humanos.¿Pero quién no ha sentido miedo o cierta resistencia, antes de darse la mano y decidir nadar juntos?
A mí me cuesta mucho entregarme a otra persona, a ese nivel del que tú hablas. Y tal vez la vida y el mundo nos vuelven aún más desconfiados. Quizás cuando éramos niños, todo era más sencillo. Te mirabas y ya sabías si existía complicidad. Y si era así, te entregabas a jugar con toda tu energía, sin máscaras ni secretos.
Yo creo que estamos rodeados de gente que llega hasta la orilla, tal vez se moja los pies, se anima a darse un chapuzón...pero ir hasta el fondo... es para seres muy valientes, que han aprendido a bucear.
Un beso, amiga! Me gustaría nadar contigo alguna vez, allá en las azules profundidades, donde el cielo es sólo un recuerdo.

inma valderas dijo...

Tengo que reconocer que ese salto al Agujero Azul, con esos instantes al pie del precipicio me ha resultado fascinante...y aterrador. Ese lento caer hacia la oscuridad del fondo sería para mí ese dejarse morir que nombran en "El Gran Azul".
Una ruptura con lo conocido y lo seguro.

En tu relato existe esa ruptura, los dos tienen que dejar a un lado sus miedos y gracias a eso tienen la oportunidad de establecer una "conexión".
Me recuerda mucho a la relación, más terrena, del Principito y el zorro.
Aunque hay amistades y amores que surgen como un chispazo, hay otras que se consiguen con la voluntad de llegar a la otra persona.

Tengo curiosidad por mostrar el video a otras personas y ver su reacción.

Un besazo Ana, en esta ocasión más sirena que nunca

Mermaid Lullaby dijo...

Es cierto, Graciela. La inmensa mayoría de la gente que conozco es incapaz de entrar en el mar sin vacilar, y prefieren quedarse en la orilla, dejándose mojar mansamente los pies. Pero es que a mí esa gente cada vez me interesa menos. Yo lo que quiero es gente comprometida, apasionada, valiente y libre. Gente que no se esconda detrás de sus miedos y los justifique argumentando lo mucho que han sufrido ya en la vida, o que sea incapaz de "mojarse" usando el manido argumento de que el mundo está fatal, que todo es un desastre, y que nada vale la pena. Cómo me aburre esa gente, Graciela.
Nadie nace sabiendo bucear. Pero se puede aprender. El esfuerzo vale la pena si el premio compensa.
Sabes que estás invitada a nadar o bucear conmigo en el gran azul cuando tú quieras. Con una sirena a tu lado no tienes nada que temer.

Mermaid Lullaby dijo...

Inma: A mí también me fascina ese salto al vacío. Ya ves en mi historia que ese humano me tiene completamente hechizada.
Creo que se siente seguro y protegido, y por eso no teme lanzarse hacia lo desconocido.
Para mí, ese salto, en el que se libera del miedo, supone en realidad el comienzo de una nueva vida.

Mermaid Lullaby dijo...

¡Pero qué maravilla de comentarios hacéis!

Hotel Existencia dijo...

Creo que entiendo bien el miedo del humano. Hay que ser valiente para aventurarse en un elemento que no es el tuyo, donde puedes sentir la más plácida ingravidez, pero también el miedo visceral a la oscuridad, la falta de solidez bajo tus pies y la falta de aire en tus pulmones.
Por otro lado, la sirena, aunque también valiente, puesto que vence su temor, para acercarse a alguien que no es de su especie, tiene una ventaja: no sale de su elemento. Está en su territorio, simplemente esperando que sea el otro el que realice el esfuerzo sobrehumano para acercarse a ella y cuando lo haga, y sólo entonces, se aproximará.

Mermaid Lullaby dijo...

Claro; es que el humano, aunque con dificultad, sabe moverse en ambos mundos. En cambio, ella moriría fuera del agua.
Además: Precisamente uno de los motivos por los que ella le adora es porque reconoce y valora su extrema valentía y generosidad.
Seguro que está harta de sirenos temerosos y egoístas. De esos los hay a cientos...

maria rosa-prem prabha dijo...

Fantastico relato que nos hace reflexionar sobre como somos y que nos gustaria ser o cambiar en nosotros.
Nos hace plantear nuestros miedos y la poca valentia que tenemos en ocasiones hacia algunas situaciones que se nos presentan y que son oportunidades únicas de poder acceder a un mundo, a nuestro mundo interior, tan desconocido y que nos hace crecer e indagar en ese abismo tan impresionante, como el del video, que somos nosotros mismos.
Me ha encantado tu relato.
Soy una enamorada del mar y me encanta perderme mirando su inmensidad, pero me impresiona tanto es inmensidad.... será que soy miedosa.

un abrazo y buen fin de semana, ha sido un placer descubrir este otro blog, son estupendos los dos.

maria rosa.

Joy B. dijo...

Hola querida Ana!

Sabes?, cada vez tengo menos miedo de adentrarme en ese mar ignoto, el inconsciente...

Una vez ya soñé que me adentraba en él buceando durante 2 horas!... según me dijeron quienes me esperaban en la orilla... y salí de él llena de sanguijuelas enganchadas a mis cabellos... pero lejos de darme miedo o angustia, ello me puso cara a cara con lo que en mi inconsciente hay, y pude así aceptarlo.

Sé positivamente que todos podemos con todo lo que "nos echen"... el único requisito es CONFIAR Y ANHELAR desde lo más profundo de nuestro Ser ese buceo, ese salto al vacío al que El Loco (que puse en un post hace unos días) nos invita!

A tu lado no hay miedo, sirena!