lunes, 2 de abril de 2007

EL PRESENTE




En ocasiones nuestros pensamientos oscilan únicamente en dos direcciones: el pasado y el futuro. ¡Como si no tuviéramos tiempo para otra cosa más que para depender de las expectativas que han quedado atrás o que aún no hemos obtenido! En ese ir y venir nuestras emociones y sentimientos también se ven afectados, ya que sin darnos cuenta distorsionamos la realidad. Por eso no es extraño que por momentos nos sintamos abatidos, confundidos, cansados. Aprender a vivir el "aquí y ahora", saber aplicar el famoso "carpe diem" que aprendimos en las clases de literatura del colegio, nos permite ser capaces de valorar lo que tenemos en cada instante y de saber sacarle el máximo partido.

Si alguien me preguntase cuál es la mayor lección que he extraído de la vida hasta ahora, quizás diría que, por fin, he aprendido a disfrutar de las cosas pequeñas que se suceden continuamente. Cada día necesito unos minutos para disfrutar de mi soledad, del silencio. Y entonces, aprovecho para analizar mi realidad. No la que imagino o la que rechazo, sino todo el conjunto, tal y como es realmente.

No guardo mi camisa nueva para el domingo: la estreno inmediatamente, para ir al trabajo. No guardo mi exquisita vela aromática para los invitados: la tengo encendida en este momento, mientras escribo. No guardo "para las ocasiones" nuestro delicioso pacharán casero, que compramos en nuestro viaje al Moncayo: comparto un "chupito" con mi marido después de la cena. No guardo mis pensamientos esperando a una persona concreta o el mejor momento: los comparto contigo ahora mismo.

Aquí tenéis un cuento muy ilustrativo, al hilo de estos pensamientos:


EL INDUSTRIAL Y EL PESCADOR.
Anthony de Mello ("El Canto del Pájaro")

Un rico industrial del norte se molestó cuando vio a un pescador del sur tranquilamente recostado en su barca y fumando su pipa.
-¿Por qué no has salido a pescar?- preguntó el industrial.
-Porque ya he pescado bastante por hoy.- respondió el pescador.
-¿Y por qué no pescas más?- insistió el industrial.
-¿Y qué iba a hacer con los peces?
-Ganarías más dinero.- fue la respuesta.- De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon. Pronto ganarías para tener dos barcas...y hasta una verdadera flota. Entonces serías tan rico como yo.
-¿Y qué podría hacer entonces?- preguntó de nuevo el pescador.
-Podrías sentarte y disfrutar de la vida.- respondió el industrial.
-¿Y qué estoy haciendo en este preciso instante?- respondió satisfecho el pescador.

1 comentario:

Anónimo dijo...

CIERTO PRIMICA CIERTO,,NO NOS ESFORZAMOS EN EL PRESENTE SIEMPRE VIVIMOS PENSANDO EL FUTURO,LO Q VAMOS A HACER DESPUÉS, SIN SABOREAR LO Q ESTAMOS HACIENDO AHORA Y SIN DISFRUTAR LAS COSAS QUE VERDADERAMENTE VALE LA PENA........