lunes, 16 de julio de 2007
ALTEA
Acabamos de volver de Altea. Una vez más repaso cada una de las imágenes que han pasado ante mis ojos y que atesoro como auténticas joyas. ¿Qué tendrá este pueblo, que me tiene tan enamorada? Puede que sea ese mar tan bravo, que es la mismísima esencia del mar, el mar que todo lo arrastra y todo lo cura. O serán esas callejuelas que, aunque allá arriba, en el casco antiguo, siguen oliendo a mar.
Acabo de dejarte y ya te echo de menos, Altea.
Tierra y mar
(Juan Ramón Jiménez. Eternidades)
El horizonte es tu cuerpo,
el horizonte es mi alma.
Llego a tu fin:
más arena.
Llegas a mi fin:
más agua.
Me das el mar
(Sole Giménez, Presuntos Implicados)
Yo, que soy andar,
me anclé al azul de tu mirar sintiendo paz.
Me das el mar con tu mirada.
Me acuna el mar y sé que tú alejarás
con la pausada luz de tu mirar
todo mi mal.
Me das el mar con tu mirada.
Me acuna el mar de tu mirar.
En las suaves aguas de tu mar me perderé,
Seré un mal pirata, tus tesoros guardaré.
Por tu amor. Por mi bien.
Me das el mar con tu mirada.
Me acuna el mar de tu mirar.
Yo, qué poco fuí,
antes de ser por tí, estela y sal,
nave y lugar.
Me das el mar con tu mirada.
Me acuna el mar de tu mirar.
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