miércoles, 24 de octubre de 2007

LA TIERRA SECRETA



Mallorca. Un hombre espigado se acerca un tarde de junio a la terraza del Café Formentor de la mano de una niña. Es una hora en la que los parroquianos perezosos apuran sus pinots blancs sobre mesas de mármol. Estamos en algún año a principios de los años 60. De pronto, de una de las mesas, otro hombre, entrado en canas, saluda al recién llegado con un acento levemente anglosajón.

Este hombre que se levanta viste pantalón de lino, camisa de algodón, alpargatas y un sombrero de fieltro de ala ancha. A su lado, un bolso ibicenco parece esconder todas sus pertenencias sobre la tierra.

La niña ha oído hablar del hombre que habla con su padre. Repara en su sencilla distinción, un halo particular que lo difrencia del resto, y presiente que se encuentra por primera vez ante una persona que consume la vida intensamente y a su aire. Todavía tardará años en descubrir sus poemas, pero esta niña que ya inicia el tránsito hacia la juventud no olvidará jamás aquella tarde de junio...

El hombre se llamaba Robert Graves y la niña, María de Mar Bonet.

Robert Graves

Mucho tiempo después, cuando ya el rastro del poeta ha desaparecido de los senderos de la Tierra, y su recuerdo habita unos cuantos libros emblemáticos en todo el mundo, esta niña ya mujer, dotada de una voz reconocida y admirada, cumple un sueño: musicar uno de los más certeros poemas de aquel escritor, el poema en el que muestra su devoción y respeto hacia el ser amado, "La Tierra Secreta".

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