Algo extraño y kafkiano sucedió
mientras solo soñaba: De repente,
una pierna a la otra, mansamente,
fresca malla de escamas adhirió.
Sumergí mi egoísmo y, sangre yo,
me sentí como pez en tu corriente:
Chapoteo dichoso y fiel, ferviente.
Y el barullo, atrajo a los del zoo.
Tomé oxígeno en pos de libertad,
cuando tres leucocitos bigotudos
me tomaron por virus enemigo.
Recalé en la armonía de tu faz.
Y huí, sin peligro, a siete nudos,
al Caribdis sereno del ombligo.
Elio Milay
(marzo, 2003)
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