Y te acordarás de noches / ya entrando en invierno / cuando volvíamos solos / vos y yo con las estrellas / y la luna, hablando poco, / sin horizontes, quietos / con ojos en las mansas curvas de la carretera / desierta, manos y caras / tan cerca, sin saber pero / sabiendo a lo mejor / algo, cómodos juntos, / disfrutando el viaje / por ese nuevo mundo, / esa vida, esos minutos, / esas horas sin contar. / Sin prisa, sin dudas, / sin más que la sencilla / alegría de conocernos.
La verdad, aunque moleste, / es contagiosa. Encuentro / árboles que se agachan / dondequiera que vaya, / contándome sus secretos. / Me empapa la lluvia roja / y azul, de tantos colores. / Sos la isla que imagino. / Oigo arranques inciertos / de un antiguo piano ruso / que se ahoga, deslizando / pobres preludios, callando / hacía un mejor silencio. / Noto cambios en tu piel, / ruidos salen de tus dedos. / Tu mirada es de buho, fija / y luminosa, guiándome / para que siga tu soñar. / Estoy de acuerdo con todo / lo que me enviás. Tu voz /parte la niebla, mis labios /beben golpes de tu tambor, / preciosa jaula de costillas / que vibra con gritos acabados. / Duele la fuerza del bienestar, / de nuestra limpia conexión.
Doy gracias a la misteriosa / clemencia de todo lo santo / que te puso en mi camino. / Podríamos rastrear juntos / si queremos ver lo que hay / adelante, avanzar mano / en mano, boca a boca, / unidos por las tripas, / la memoria, brindando / por el futuro regalado. / Agradezco inundación / del Sí. No cabe miedo / en el repentino paraíso / que alimenta la ternura. / Te quiero lavar, peinar, / y no te secaré. Quiero /que te acostés sobre mí, / que me moje, me derrita / y me hunda la pureza / de tu deseo. Me enfermo, lo acepto. Llamás, contesto. / No supe hasta que te fuiste, / ni sé ahora que no estás, / cuánto habías querido ver, / cuánto quedó por decir.
Cuando anoche me frenó / tu sabio reconocimiento / del despegue que intenté / negar me preguntaste / si me faltaba algo. Vos, / dije. Te busco bajo / este cielo de invierno, / despierto, pronunciando / nuestro frágil idioma, / lengua propia, palabras / hundidas en los huesos, / sal que me tiñe la boca / con huellas de tu ausencia. / Volé de noche y me asustó no hallarte. Extraño tu luz, / tu aire que salva y cura. / Tengo barba, te aviso. / Me llena saber de vos / y quiero que lo sepas. /Respiro con vos. Guardo / las caricias que me diste / y te las voy a devolver / cuando llegue la ocasión.
No sé de donde vino / esa calima, esa cara / de ojo por ojo, ese labio / superior. Sigo sin idea / de otra música, añorando / la sombra de tu parpadeo. / Aún te huelo. Cierro / cortinas para ver lo que dejaste. / Ahorco preguntas, respuestas. / En vano intento curar dudas / fingiendo que no importan. / Tu cuerpo es mi mundo, / todo lo que veo. Tu sol quiero ser, y ponerme / en tus hombros, sentirte / cerrar los ojos en el nido / de nuestro descanso. Adoro / la marcha de tu corazón, / esa corriente de sangre / que marca el compás / de mi averiado andar. Quedan / brasas del inesperado / desvelo. Recuerdo sin falta, / sin pena, sin fin la hermosura / de la sorpresa, la luna apenas / completándose, rodillas frías, / maleta sin hacer, las fotos / y frases colgadas en el espejo, / el despertador mudo, nariz / contra sábana. Tu cuerpo es / mi mundo. Acabáme la vida / con un beso de esos.
Viggo Mortensen
de Skovbo
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