Esos pequeños placeres...

Seguro que todos procuráis, en la medida de vuestras posibilidades, disfrutar a diario de esos pequeños placeres que no hacen daño a nadie, y a uno mismo le proporcionan una energía sutil, y a veces una satisfacción y una felicidad casi infantil. Probablemente recordaréis esa famosa escena de “Amélie” en la que ella relata justo eso a lo que yo me refiero: mirar cómo rebotan las piedras en el río, hundir la mano en un saco de legumbres, mirar hacia atrás en el cine para ver la cara de los espectadores...

Hoy os voy a confesar algunos de mis pequeños placeres, que curiosamente me han llegado esta mañana juntos, envueltos con un enorme lazo amoroso, como regalo de aniversario de boda.

I. El perfume.

"El perfume es una dimensión interior de la feminidad que, sobre todo, expresa de una manera particular aquello que no se podría decir de otro modo." (G.Chanel)

Me encantan los perfumes, especialmente aquellos de origen natural que te transportan en cuanto los hueles a otro lugar, incluso a otro tiempo... como éste:

Agua de Incienso y Mirra. Eau d´Iparie, de L´Occitanne.

Con este texto se nos presenta esta maravilla : (permitidme que esta vez no lo traduzca; perdería gran parte de su poesía)

« Imaginez une ville où myrrhe et encens sont rois : Iparie. Ses mures génereux renfermant des résines précieuses exhalent le parfum de la myrrhe et de l´encens en une ofrande inépuisable.Ingrédients rares, jadis acheminés par la route de l´éncens jusqu´en Méditerranée orientale, la myrrhe et l´encens sont unis dans le sillage puissant, sensuel et mystérieux de l´Eau d´Iparie. »

II. El Artista.

Quien me conoce, sabe de mi pasión por el trabajo artístico completo de un actor-poeta-músico-fotógrafo-pintor-padre-y ser humano comprometido: Viggo Mortensen. Es natural que un hombre así me guste. Que mi propio marido reconozca sus méritos y me anime a seguirle ya no es tan natural, y por eso tiene todavía más valor.

Hace un tiempo, yo puse una foto de Viggo en este blog. Me llamó la atención especialmente la camiseta que lucía en aquella ocasión: Mirad qué idea genial ha tenido mi maridito...

III. La Rosa.

Y, por último, el gran lujo de la mayor de las perfecciones: una rosa Vivaldi en todo su esplendor.

LA LUNA Y LA ROSA

En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
y el aroma de la noche
le henchía —sedienta boca—
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda...
Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma...
Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados
en la cuna, su corola;
las cabelleras mejidas
de la Luna y de la rosa
y en el crisol de la noche
fundidas en una sola...
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
mientras la rosa se daba
a la Luna, quieta y sola.

M. de Unamuno

IV. El artífice.

Estos son los regalos que perduran en el tiempo. Detalles cargados de significado que embellecen la vida, que son como lucecitas que nos van alegrando el camino que andamos cada día. Creo firmemente que el que acierta en la elección de sus regalos es un verdadero artista.

Incluyo al artífice en mi lista de regalos, porque eso mismo es lo que es: el más grande de todos ellos.